viernes, 1 de agosto de 2008

Liberalismo y mercantilismo

Quienes abogan por políticas liberales en economía internacional apoyan la libertad comercial y de mercado y se oponen a la legislación o a la intervención reguladora por parte de los gobiernos. El compromiso con el libre mercado es la base de la ‘ventaja comparativa’, idea desarrollada por los economistas británicos Adam Smith y David Ricardo, a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. De acuerdo con la teoría de la ventaja comparativa, un país determinado puede producir y exportar determinados bienes y servicios mejor que otro, debido a que posee los recursos naturales y la cualificación laboral que se necesita para la producción de esos bienes y servicios. Los estados se especializarían en la producción de bienes y servicios en los que tienen una ventaja comparativa, utilizando los beneficios obtenidos para importar otros bienes y servicios que precisen. Los liberales argumentan que tales prácticas maximizan la creación de riqueza global y hacen crecer el patrimonio de cada país, aunque no necesariamente la igualdad.
Las políticas mercantilistas, por el contrario, favorecen un mayor control político sobre los mercados y los intercambios. En concreto, abogan por el uso de políticas proteccionistas, que incluyan aranceles, subsidios y otras medidas que protejan a las compañías nacionales frente a sus competidoras extranjeras. Los mercantilistas reclaman políticas comerciales, monetarias y de intercambios como base para el fortalecimiento de la posición de fuerza de un país respecto a los otros. En los siglos XVI y XVII, por ejemplo, las monarquías controlaban las economías nacionales en Europa. En esa época, las autoridades consideraban que el excedente comercial (cuando los beneficios de las exportaciones superaban los costes de las importaciones) debía destinarse a la constitución de un fondo de oro o plata, que se podría utilizar cuando los necesitara el ejército en caso de guerra. A los mercantilistas les preocupa menos que a los liberales aumentar la riqueza global. Se centran en la fuerza tanto económica como política de sus países en relación con los rivales. Los liberales toleran temporalmente la protección de la industria nacional en algunos casos, como cuando la industria automovilística o del acero precisa un tiempo para establecerse antes de poder competir en los mercados globales. Las políticas también se enfocan a la protección de las industrias consideradas esenciales para la seguridad nacional.

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