La transferencia y la aplicación de procedimientos y programas científicos a los países en vías de desarrollo plantea uno de los problemas más difíciles de resolver respecto al aumento de la eficiencia de la producción de alimentos. El agrónomo Norman E. Borlaug, a menudo considerado el fundador de la llamada revolución verde en el campo de la agricultura, desarrolló un amplio programa para lograr esa transferencia. Hizo hincapié en la necesidad de las siguientes fases integradas:
1. Pasar de las variedades locales tradicionales de plantas, animales y técnicas de producción a un paquete completo e importado de nuevas variedades y técnicas.
2. Investigación adaptativa para ajustar el paquete en cuestión a las limitaciones locales relacionadas con el entorno físico y las fuerzas sociales del país.
3. Apoyo a largo plazo por parte de los gobiernos locales al desarrollo de conocimientos aplicados y a la transferencia de éstos a los productores y distribuidores de los suministros locales de alimentos.
4. Cambios que apoyen estas medidas en la infraestructura. (Los sistemas de gobierno, leyes, educación, transporte, comunicaciones y propiedad de la tierra son ejemplos de los elementos de la infraestructura que se desarrolla en una sociedad compleja). Por lo que se refiere a la oferta y la demanda de alimentos, los principales objetivos de los cambios institucionales son estabilizar la población humana y mejorar su calidad de vida.Tanto los países desarrollados como los países en vías de desarrollo han tomado medidas para implantar el programa de Borlaug. Con el patrocinio de las Naciones Unidas, se han creado organizaciones para buscar modos realistas de equilibrar la relación oferta/demanda en todo el mundo. Se han publicado extensas recomendaciones acerca de las medidas a adoptar; el intercambio de capacidades técnicas se ha visto estimulado por el flujo de científicos y estudiantes de un país a otro; y se han creado servicios para la enseñanza y demostración de nuevas técnicas. Los fondos necesarios han sido aportados por los países desarrollados, pero serán necesarios muchos más. En todos estos programas hay un principio fundamental: compartir el conocimiento para permitir que cada país o región desarrolle sus propias soluciones óptimas
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