Término aplicado de forma indiscriminada en la edad media a todas las enfermedades epidémicas mortales, pero que en la actualidad está limitado a una enfermedad contagiosa, infecciosa, aguda, de los roedores y humanos, causada por un bacilo gramnegativo, grueso y corto, la Yersinia pestis. En el ser humano la peste puede aparecer en tres formas: peste bubónica, peste neumónica y peste septicémica. La peste mejor conocida es la peste bubónica que se denomina así porque se caracteriza por la presencia de bubones que son ganglios linfáticos inflamados e hipertróficos (agrandados), en la ingle, axila, o en el cuello. La peste bubónica se transmite por la picadura de alguno de los numerosos insectos que son parásitos normales de los roedores y que buscan nuevos huéspedes cuando el huésped original muere. El insecto más importante es la pulga de la rata Xenopsylla cheopis, parásito de la rata común. La peste neumónica, denominada así porque la infección se localiza en el pulmón, se transmite con más frecuencia por gotas en aerosol expelidas por los pulmones y la boca de las personas infectadas. La infección se puede extender o diseminar desde los pulmones a otras partes del cuerpo produciendo una peste septicémica, que es la infección localizada en la sangre. La peste septicémica se puede originar también por contacto directo a través de las manos, alimentos u objetos contaminados con las membranas mucosas de la nariz o garganta.
La peste bubónica sin tratamiento es mortal en el 30 a 75% de todos los casos, la peste neumónica en el 95%, y la peste septicémica casi siempre. La mortalidad en los casos tratados es del 5 al 10%.
Síntomas
En la peste bubónica, los primeros síntomas son cefalea, náuseas, vómitos, dolores articulares y sensación general de enfermedad. Los ganglios linfáticos de la ingle o, con menos frecuencia, los de la axila o el cuello, se vuelven dolorosos y se inflaman. La temperatura acompañada de escalofríos, se eleva entre 38,3 y 40,5 °C. La frecuencia cardiaca o respiratoria aumenta, y el enfermo se encuentra exhausto y apático. Los bubones crecen hasta alcanzar el tamaño aproximado de un huevo de gallina. En los casos que no son fatales, la temperatura comienza a descender al cabo de unos cinco días, y se normaliza en unas dos semanas. En los casos fatales se produce la muerte en unos cuatro días. En la peste neumónica primaria, el esputo es al principio viscoso y teñido con sangre, y después se vuelve fluido y rojo brillante. La muerte se produce en la mayoría de los casos dos o tres días después del inicio de los síntomas. La peste septicémica primaria se inicia con una fiebre alta repentina; el sujeto adquiere en varias horas un color violáceo y fallece a menudo en el mismo día de inicio de los síntomas. Esta coloración, que aparece en todas las víctimas de la peste durante sus últimas horas, es debida al fracaso respiratorio. El nombre popular de 'Peste negra' que recibe la enfermedad procede de este síntoma.
Prevención y tratamiento
Hay múltiples medidas preventivas y sanitarias, como la desratización. La escasez, que reduce la resistencia a la enfermedad, favorece la diseminación de la peste. Los individuos que han contraído la enfermedad deben ser aislados, mantenidos en reposo y alimentados con líquidos y alimentos de fácil digestión. Se utilizan sedantes para reducir el dolor y calmar el delirio. Durante la II Guerra Mundial, el uso de sulfamidas produjo curaciones de casos de peste. Con posterioridad, se descubrió que la estreptomicina y las tetraciclinas eran más efectivas para controlar la enfermedad.
Historia
La peste es conocida desde hace al menos 3.000 años. En China se han registrado epidemias desde el año 224 a.C. La enfermedad aparecía en pandemias amplias que destruían la población de ciudades enteras a lo largo de la edad media. Desde entonces han aparecido de forma esporádica. La última gran pandemia comenzó en China en 1894, se extendió a África, Islas del Pacífico, Australia y América. La peste todavía existe en Asia, África, América del Sur, y Australia. La Organización Mundial de la Salud inició en 1950 programas sanitarios para el control de la peste en todo el mundo.
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