jueves, 31 de julio de 2008

Programas actuales y futuros


A principios de los años ochenta, el Sistema de Transporte Espacial (STS, en inglés), más conocido como la lanzadera espacial, se convirtió en el mayor programa espacial de Estados Unidos. Al surgir problemas con el STS se decidió emplear vehículos de lanzamiento desechables (ELVs, en inglés). Estados Unidos tenía previsto sustituir la lanzadera espacial por una nueva nave, la X-30, en la década de los noventa, pero por dificultades presupuestarias se optó por utilizar una combinación de ELVs y lanzaderas para poner en órbita satélites y naves espaciales.



Lanzadera espacial

La lanzadera es un avión espacial tripulado multiuso, diseñado para despegar y entrar en órbita llevando naves de hasta 3.000 kg con siete tripulantes y pasajeros. La parte superior de la nave tenía una vida estimada de unas 100 misiones y a su regreso a la Tierra podía realizar maniobras de aterrizaje. Su versatilidad y su capacidad para desplegar, rescatar y reparar satélites en órbita, hizo que sus defensores la consideraran un gran adelanto en la exploración del espacio. Sin embargo, otras personas estimaron que la NASA estaba poniendo demasiada confianza en la nave, en detrimento de otras misiones no tripuladas.
La primera misión de la lanzadera espacial, pilotada por John W. Young y Robert Crippen a bordo de la nave Columbia, se inició el 1 de abril de 1981. Se trataba de un vuelo de pruebas en vacío. El quinto vuelo de la lanzadera espacial fue la primera misión real. Los astronautas de la Columbia desplegaron dos satélites de comunicaciones comerciales entre el 11 y 16 de noviembre. Entre los siguientes vuelos dignos de mención están el séptimo, entre cuya tripulación se encontraba la primera mujer astronauta estadounidense, Sally K. Ride; el noveno, entre el 28 de noviembre y el 8 de diciembre de 1983, que transportaba el primer Spacelab de la Agencia Espacial Europea; el undécimo, entre el 7 y el 13 de abril de 1984, durante el cual se rescató un satélite, se reparó y se volvió a desplegar; y el decimocuarto, entre el 8 y el 14 de noviembre de 1984, que rescató dos costosos satélites averiados para traerlos a la Tierra.
A pesar de estos éxitos, la lanzadera se estaba quedando atrasada respecto de los lanzamientos programados, se estaba utilizando cada vez más para pruebas militares y encontraba una fuerte competencia en el programa Ariane de la Agencia Espacial Europea, de vuelos no tripulados. Además, el 28 de enero de 1986 la lanzadera Challenger estalló al minuto de haber despegado, debido a un fallo en una junta en sus cohetes. Murieron siete astronautas: el comandante Francis R. Scobee, el piloto Michael J. Smith, los especialistas de la misión Judith A. Resnik, Ellison S. Onizuka, Ronald E. McNair, Gregory B. Jarvis y Christa McAuliffe. Esta última había sido seleccionada años atrás para ser la primera maestra en el espacio, y la representante civil del programa de la lanzadera. La tragedia paralizó completamente el programa de vuelos hasta que se analizaron y volvieron a diseñar todos los sistemas. Una comisión presidencial encabezada por el ex secretario de estado William Rogers y el veterano astronauta Neil Armstrong culpó del accidente a la NASA y a sus sistemas de mantenimiento del control de calidad.
A consecuencia del desastre del Challenger se volvieron a diseñar las juntas de los cohetes para evitar que se reprodujera el accidente del 28 de enero. La reanudación de los vuelos de la lanzadera tuvo lugar el 29 de septiembre de 1988 con el Discovery, que llevaba cinco astronautas a bordo. En esta misión se puso en órbita el satélite de comunicaciones de la NASA TDRS-3, y se llevaron a cabo numerosos experimentos. El éxito de esta misión animó a Estados Unidos a continuar su programa de vuelos espaciales. En 1990 la lanzadera desplegó el telescopio espacial Hubble, que había costado 1.500 millones de dólares, pero por una avería del sistema óptico no pudo funcionar con la resolución prevista, hasta que fue reparado en 1993.
Perspectivas
Con los contratiempos que supusieron el mal funcionamiento del telescopio espacial Hubble y las fugas en los tanques de combustible de hidrógeno de la lanzadera espacial, el programa espacial de Estados Unidos no parecía poder llegar a cumplir sus objetivos para la década de los noventa. Además de la estación espacial tripulada, uno de esos objetivos era la construcción de la nave X-30, que estaba proyectada para despegar como los aviones convencionales y autopropulsarse hasta llegar a la zona de órbita con potentes estatorreactores. Todavía ha de pasar bastante tiempo antes de abordar otros objetivos más ambiciosos, como el de establecer una base en la Luna y enviar astronautas a explorar el planeta Marte

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