jueves, 31 de julio de 2008

El concepto de superpotencia



Desde el momento en que la política internacional adquirió tal magnitud, fueron precisos unos inmensos recursos para desempeñar un papel mundial efectivo. Sin embargo, los requisitos y criterios exactos para la calificación de superpotencia son difíciles de establecer. Cuando Fox escribió su libro, otorgó esta consideración sólo a tres países: Estados Unidos, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y Gran Bretaña. Si bien esta última estaba llevando a cabo un enorme esfuerzo bélico en todos los escenarios de la II Guerra Mundial, pronto se hizo evidente durante el periodo de posguerra su inferioridad con respecto a los otros dos. Gran parte de su posición residía en la posesión de un Imperio que estaba al borde de la desintegración, y, además, el esfuerzo bélico había dañado gravemente su economía.
Otro ejemplo de cálculo erróneo fue la inclusión de Francia y China como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, creado en 1945. Francia no dejaba de ser una potencia derrotada con un Imperio en mayor decadencia aún que el Británico, en tanto que China era un país profundamente subdesarrollado económicamente y en plena guerra civil. No obstante, ambas consiguieron su presencia en este organismo como dos de los cinco miembros con derecho a veto, en un momento en que el régimen comunista de Pekín había sustituido al anterior gobierno nacionalista del Guomindang (Kuomintang), desde entonces instalado en Taiwan. Algunos analistas han considerado la pertenencia al Consejo de Seguridad, en calidad de miembro permanente, como un reconocimiento de la categoría de superpotencia, lo cual, en consecuencia, podría suponer la perpetuación de la composición de este organismo desde 1945 como un anacronismo.
Los observadores de la escena política han otorgado tradicionalmente el grado de ‘gran potencia’ de acuerdo a la capacidad militar. A veces se ha calificado como tal al Estado que podía defenderse por sí mismo contra la agresión de otro, sin ayuda de terceros. En la práctica, la cuestión es siempre más complicada: Gran Bretaña, por ejemplo, en principio una potencia marítima, sólo pudo combatir a las grandes potencias continentales cuando contó con aliados. Otro factor utilizado a la hora de valorar la calidad de superpotencia ha sido la posibilidad de acceso al suministro de alimentos, lo que destacaba la importancia de la agricultura. Con el paso del tiempo, y puesto que la guerra siempre ha dependido de la evolutiva complejidad armamentística, entró en juego el criterio del grado de industrialización.
El desarrollo y declive de tales factores conducen, en cualquier época, a cambios bastante rápidos en la identificación de las naciones más poderosas. Suecia y Polonia, destacadas potencias en el siglo XVII, habían perdido importancia a finales del siglo XVIII y más tarde dejaron de existir como tales estados pujantes en el contexto internacional. Semejantes categorizaciones dependen tanto de la realidad como de la percepción, de ahí que en 1943 la Unión Soviética (URSS) obtuviera la consideración de potencia y que su heredera, la actual Rusia, conserve, 50 años más tarde, el rango, generalmente aceptado, de superpotencia, debido sobre todo a su poderío militar. En su apogeo, la URSS tuvo una expansión mundial gracias a una poderosa Armada interoceánica y a una especie de imperio de estados comunistas distribuidos por todo el planeta, como Cuba, Vietnam o, sobre todo, los países de la Europa Oriental. Pero la desintegración de la Unión Soviética, a comienzos de la década de 1990, reveló que gran parte de su supuesto poderío tenía una base muy débil, con una estructura industrial venida a menos y un sistema político desacreditado e ineficaz. Incluso su maquinaria militar era deficiente en muchos aspectos. Se ha demostrado que las reivindicaciones soviéticas al grado de superpotencia eran mucho menos consistentes que las de Estados Unidos.
La antigua Unión Soviética poseyó un elemento (que conserva la actual Rusia), asociado generalmente al rango de superpotencia: la posesión y capacidad de creación de armas nucleares, que cumple parcialmente uno de los criterios clásicos para definir a una gran potencia: la autonomía militar. Si bien es más una coincidencia que un hecho inevitable el que los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se hayan convertido en potencias nucleares (las únicas reconocidas formalmente como tales por el Tratado de No Proliferación Nuclear), esa coincidencia ha dado origen a la creencia en determinados sectores de que sólo una potencia nuclear puede ser considerada una superpotencia.
Por otro lado, si se considera el criterio económico habría que incluir en el grupo de superpotencias a Alemania y Japón, en cuanto que destacados miembros del llamado Grupo de los Siete, el cual actúa en muchos aspectos como una junta directiva de la economía mundial.
El futuro de la categoría de superpotencia Por tanto, la cuestión fundamental para el futuro de la política mundial es saber cómo esas dos categorías de grandes potencias (la militar-nuclear y la económica) se desarrollarán y se interrelacionarán y cuáles de éstas desempeñarán un papel mundial merecedor del título de superpotencia. A una mayor escala temporal, las enormes dimensiones de un país como la India, una vez que alcance un desarrollo económico, quizá originen nuevos pretendientes a este rango. Sin embargo, hay una cuestión incluso más importante: saber si el modelo actual de la política internacional conservará bastantes características de un sistema interestatal como para mantener la validez e importancia de semejantes clasificaciones

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