jueves, 31 de julio de 2008

Acumulación e industrialización


Existen muchas y muy diversas teorías sobre el crecimiento y el desarrollo. Las más básicas subrayan la importancia de los procesos de acumulación de los principales factores de producción: el trabajo y el capital. El otro gran factor productivo, la tierra, es el punto de partida de toda actividad económica. El capital se acumula mediante el ahorro. La teoría parte de la idea de que cuanto más capital per cápita exista, más podrá producir cada persona. Una persona puede excavar con las manos, pero excavará más con un pico y una pala, y mucho más si utiliza una excavadora. Es evidente que no se trata sólo de tener capital, sino de la clase de capital que se utilice y de la efectividad con la que se aplique; por tanto, lo más importante es la tecnología. Las teorías actuales también se interesan por el concepto de capital humano, el capital además de lo que se invierte en maquinaria e infraestructuras, es también lo que se invierte en las personas: la educación y la buena salud de la población inciden de forma positiva sobre la productividad del trabajo.

Las teorías sobre la acumulación están muy relacionadas con las de la industrialización. Para los expertos en desarrollo, y sobre todo para los intelectuales de países en vías de desarrollo, la industrialización es casi un sinónimo de desarrollo económico. Durante las décadas de 1960 y 1970, cuando los países del Tercer Mundo estaban superando la etapa colonialista y adquiriendo su independencia política, los países industrializados tenían una enorme ventaja, la superioridad económica. Eran los colonizadores, y habían utilizado su poder para frenar el crecimiento de los países del Tercer Mundo, relegándolos a la producción de bienes primarios, obligándolos a producir las materias primas que demandaba el mundo industrial e impidiendo que se convirtieran en economías industriales. El debate sobre el desarrollo se produce entre puntos de vista más o menos radicales que subrayan las dificultades a las que se enfrentan los países menos industrializados del mundo, y aquellos otros puntos de vista más ortodoxos que resaltan la importancia del potencial que tiene cada país para desarrollarse, aunque se necesite la ayuda exterior de los países industrializados.

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